Lo malo y lo bueno de la sobrevida

Nosotros, los sobrevivientes, ya no somos los mismos. Nunca mejor escrito, nunca mejor dicho, nunca más recordado. Es una sentencia que me repito cada ciertos minutos porque he cambiado cuerpo adentro, mente afuera, he mutado, como el virus, en una persona que aprendo todos los días. Voy por cambios radicales, precisos, porque la muerte que espanté con las manos, volverá en algún momento y me hace pensar que hay que beberlo todo antes que se pegue como una lapa a mi carne hasta que quede el hueso blanco a merced del tiempo. Por eso pienso en los días pasados. Los repaso con lentitud, los vuelvo a sufrir, acto estoico y necesario para vivir con más intensidad. Lo malo de recordar es reconocer la falta de sensibilidad en la gente que te rodeaba, en los que te miraban como un apestado y se apartaban, era ver personas morir enfrente tuyo o al costado, igual la muerte aterra. Lo malo eran los baños incómodos y que no hacían sopa. Lo malo también era la falta de atención por parte de algun...