Palabras para Luisa
Luisa, ahora que tu paso es solo un
aleteo en el horizonte te escribo estas palabras, un intento de verdades
truncas.
Los amigos han puesto la culpa sobre
mis hombros.
Soy inocente, Luisa y no merezco.
Los perros salieron de la noche a
perseguir sombras
a acechar los restos de esta vida que
se nos niega.
Pero somos tercos.
En ciertas madrugadas encuentro unos
ojos espiando en la pared.
Se ven cansados.
Yo juro que les hablo, les cuento lo
inútil de la vigilia, del acecho.
Pero son tercos Luisa, se aferran a la
gloria creída.
Otras noches sueño con un parque donde
mi hijo es más pequeño que su edad.
Es feliz mientras juega y me señala la llovizna que cae
de los árboles, una llovizna fina y brillante.
Soy terca Luisa, la visión regresa a
pesar de los años, un soplo helado en mi rostro.
Mi madre se inventa un amor mientras
espera.
Mece su balance, arrulla las penas y
mira la calle.
Gente que pasa, ella espera.
Gente
que pasa, ella espera.
Mece sus penas y espera.
Ya ves Luisa, la terquedad es algo
definitivo.
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