Hoy nos acercaremos a la fotografía y
rozaremos, solo por un segundo, la realidad de Songo La Maya al respecto. Nada,
que por estas tierras el lente tiene su tradición. Empezaré con Alcides, el de
Alto Songo, culpable de tantas sonrisas de quinceañeras y besos de novios en
las bodas. También el muy renombrado Andrés Luis, el chino, cuyo estudio
radicaba donde es hoy la Casa del Huevo.
En ese quehacer siguen su hijo Héctor
y su sobrino Antonio Bosch. Le decían el maestro, el chino y tenía sus propias
frases célebres: el fotógrafo retrata personas
otro y ni yo mismo me recomiendo como fotógrafo. Estuvo el Piter y el
Beni, frente a la policía de La Maya.
Pero uno de los más renombrados fue,
sin dudas Reynaldo Corría. Tanto así, que existe hoy un certamen competitivo
que auspicia la Galería con su nombre. Cuentan que siempre andaba con dos
cámaras en las fiestas y tiraba fotos a la gente, entregaba tarjetas con sus
señas, para luego el que quisiera fuese a su casa y sacar la foto. En cualquier
casa donde prestaba sus servicios ubicaba a alguien a su lado con una
linternita para poder coger el foco. Ah, y no le gustaba salir de La Maya a
otro sitio a tirar fotos.
Del
estudio Hanoi, donde hoy radica el Taller de Servicios Técnicos y del Hogar,
recordemos a Juanita, Oriol, Idalberto, Carlitos y en el caso de Juanita y
Carlitos eran hermanos y Oriol, su primo. Toda una tradición continuada por la
más joven generación de artistas locales.
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Imagen y fotografía de Yordis Jiménes |
Ahí
están Yordis Jiménez, Eloy Díaz y Waldo Reguiferos. Entre ellos destaca Waldo,
cuyo trabajo se caracteriza en general por mostrar una visión documentada de la
vida en Santiago de Cuba y sus ambientes, así como flashazos de la vida
cotidiana: gente caminando en las calles o en el campo.
Fotografía Waldo Reguiferos |
Su
obra toda resume tradiciones culturales, costumbres religiosas, la naturaleza y
la gente común de su tierra. Por estos días su exposición Un santiaguero en
París se exhibe en la Galería Rodolfo Hernández Giro de nuestro municipio. Son
costumbres que perduran ¿Y quién lo duda? Si así ha sido siempre.
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