Conocer al hombre dentro del héroe puede ser una tarea difícil, sobre todo si nos acostumbramos a calificativos como honesto, valiente o decidido, para designar a una actitud de vida. Pero la parte humana sencillamente no cabe en calificativos al tratar de describir a esos hombres que conforman la historia de la patria toda. Ofrecemos hoy sencillas razones para seguir reseñando a camilo El señor de la vanguardia, Camilo Cienfuegos Gorriarán nació en la Habana el seis de febrero de mil novecientos treinta y dos. Un niño que con los años se convirtió en una de las personalidades más significativas de la Revolución Cubana. Podríamos decirlo sin temor a equivocaciones, a la misma altura que nuestro Antonio Maceo, el Che Guevara, Juan Almeida o Fidel. A este hombre incalculable en su estatura se le considera fundador del Ejército Rebelde y uno de sus jefes principales en la Guerra de Liberación Nacional contra la dictadura de Batista. Lo conocemos con muchos sobrenombres: "El Comand...
Y vi la gente, sus casas de tablas de palma, el agua acarreada por los bueyes enyugados todavía, el camino limpio y barrido con escobas de palma, el polvo blanco pegado a los zapatos, la gente riendo bajo el sol, esperando más, esperando siempre. Y escuché la palabra del hombre y la mujer, con los dolores antiguos e irresueltos, la queja inocente del niño que desea volver a las aulas, el ansia de camino y de agua y de luz y de pozos. Y observé los promontorios con consignas lanzadas desde la humildad sobre atajanegros y comprobé la nítida fe que sostiene nuestros días.
Nosotros, los sobrevivientes, ya no somos los mismos. Nunca mejor escrito, nunca mejor dicho, nunca más recordado. Es una sentencia que me repito cada ciertos minutos porque he cambiado cuerpo adentro, mente afuera, he mutado, como el virus, en una persona que aprendo todos los días. Voy por cambios radicales, precisos, porque la muerte que espanté con las manos, volverá en algún momento y me hace pensar que hay que beberlo todo antes que se pegue como una lapa a mi carne hasta que quede el hueso blanco a merced del tiempo. Por eso pienso en los días pasados. Los repaso con lentitud, los vuelvo a sufrir, acto estoico y necesario para vivir con más intensidad. Lo malo de recordar es reconocer la falta de sensibilidad en la gente que te rodeaba, en los que te miraban como un apestado y se apartaban, era ver personas morir enfrente tuyo o al costado, igual la muerte aterra. Lo malo eran los baños incómodos y que no hacían sopa. Lo malo también era la falta de atención por parte de algun...
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