Dios, los electores y los elegidos presentadores de los medios en Cuba.




La conducción de programas de radio y televisión deben hacerlas necesariamente personas con cierta inteligencia, talento, presencia, dicción y voz. Convencida de que me faltan  requisitos por mencionar y sin querer entrar a analizar conceptos ni nada por el estilo me pregunto dónde habrá quedado el acierto y profesionalismo de aquellos sobre los que pende la responsabilidad de escoger.
En estos momentos ocurre un fenómeno extraño en nuestros medios. Por ejemplo en la televisión aparecen rostros nuevos marcados inevitablemente por la moda pero que de saber su profesión, eso creo que no.
Me atrevo  a mencionar el programa Lucas que en este verano nos mostró a una muchacha hasta con aparaticos en los dientes, no se entendía casi nada de lo que decía pero ahí permaneció todo el verano, eso dicen que pasó porque tiene padrino, yo realmente no lo sé.
En Para saber mañana, espacio más que necesario sus pequeños presentadores son mecánicos, aprenden de memoria sus bocadillos y no saben interpretarlos. Ese debería ser la cantera como el resto de los programas infantiles del futuro de la televisión. Bajito sin que nadie nos escuche ¿será?
En De la gran escena, un espacio tan importante para conocer lo mejor del arte suceden cosas que te invitan a pensar. Primero cambió su línea, a lo mejor por un problema de audiencia, palabra tan mencionada por estos días y ya en estos momentos nos brinda algo más acá de la escena y rostros con necesidad de renovación urgente y eso aunque pocos lo crean influye en su consumo.
Por otra parte la radio, nuestra eterna compañera también padece. Se buscan voces, así reza el anuncio y los muchachos engolan o solo por el hecho de ¨hablar bonito¨ te dejan un sabor a vacío en los oídos y no pasa nada.
Muchos de lo que saben se empeñan en tener rivalidades profesionales y se niegan a enseñar a los que comienzan el difícil oficio de presentar, perdón por la cacofonía, en los medios es imperdonable.
Aún cuando se trabaja duro en ambos medios hace falta una carga para matar bribones. Hace falta una revolución donde prevalezca el talento y no la voz de tenor, hace falta una sacudida donde se elijan las personas adecuadas para cada tipo de conducción.
Se nos fue Pinelli pero nos quedan visibles un Marino Luzardo y un Julio Acanda, cada cual en lo suyo, sobrios y dignos. Consuelito Vidal sonríe al ver a Bárbara Sánchez Novoa, excelente dicción e imagen, en ocasiones abusada en campañas y programas, aunque en el fondo me pregunto por qué no la utilizan en otros proyectos donde se muestre más y comprobar que no solo se quedó en imagen y voz ¿Serán estos los únicos?
En la radio, es cierto, tenemos más: nuestros eternos maestros: Franco Carbón y Rosillo, otros más jóvenes como Magdiel Pérez y Virgen Ojeda y los miles esparcidos por las radios locales, anónimos pero esforzados en su mayoría.
Si lo analizamos más profundo creo que es más un problema para la televisión que para la radio, esa es la verdad. Dios y los responsables deben, en mi opinión, evaluar, revisar y buscar, todo para que nuestros presentadores sean dignos y reitero la palabra, profesionales y no burlados, para poder decir bien alto sin engolar que tenemos lo mejor.
Las opiniones,por favor, que comiencen ahora.

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