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Mostrando entradas de septiembre, 2014

El amor en los tiempos del ébola

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Parafraseándolo, así, utilizando esas palabras que recuerdan una de las mejores novelas en la historia de la literatura. Hoy pienso, el ébola es como la muerte, rápida y letal, no se parece al amor, no lo alcanza. El amor dista, el amor suda, te llena de saliva, se conquista con fluidos y definitivamente esa advenediza nada quiere saber del tema. En este minuto tengo sueño y amo en los tiempos del ébola y me alegro de vivir en Cuba con los mosquitos y el dengue y el chikungunya y todas las dificultades. El amor que no se parece al ébola termina cediendo al encanto del transporte del ferroviario. Hace algún tiempo publiqué un poema titulado “De los trenes, sus estremecimientos y la química” hoy lo regalo nuevamente. Primero porque amo intensamente, segundo porque ratifiqué que es verdad y tercero porque el amor sentencia ser un viajero, mira que cosa, prefiere los trenes que morirse reventado, prefiere estremecerse a no dar su saliva y su sudor. Espero que lo disfruten. De los tr...

Lo que el viento no pudo llevarse

Algo se llevó aquel viento, algo de confianza, de fe. Y viéndolo así como se ven las cosas cotidianas quizás fue el mal tiempo, la poca lluvia o este cloquear de los huesos que no me abandona. Lo cierto es que sin asombro algo de mi me se perdió. Se fueron algunos versos, los amigos, los falsos y es cierto, me quedé un poco sola con la piel quebrada y el pecho partido a golpes. Pero aunque mucho se llevó aquel viento, mucho me dejó: amparo, saliva, hueco, abrazo. Cuando el mundo me dio la espalda, cuando solo estábamos yo y mi soledad y mi rabia contenida   ahí estuvo esa sombra haciéndose mía, sosteniéndome. Cuando los perros escupieron mis pasos, levemente me sostuvo. Ahora el mundo sigue y otros vientos han soplado. No recupero lo perdido y no me importa. Salvo lo que tengo, lo que he ganado y con eso me alcanza, me basta para medir todo ese sol naciendo en mí, naciendo.

Tu paz

Para escribir estos versos me aferro a tu paz, extasis profundo. Es tarde y afuera los grillos y maleantes hacen su parte. Yo aquí profundamente despierta – sola me engarzo al papel y a la memoria donde te guardo. Podré morir mañana, es cierto, podré morir del corazón, de los pulmones o de esa rabia sorda que a veces me domina, pero me salvará tu paz, esa quietud que entregas a deshoras y que retengo fuerte como soplo de vida