La credibilidad

Foto de Yasser Landazuri
Hacernos creíbles es por estos días palabra de orden. En casa, mientras hacemos esa larga carrera que es ser padres tenemos que ser creíbles. Por ejemplo cuando les decimos: si sacas buenas notas te llevaremos de paseo a Baracoa. Y las notas llegan y son buenas pero no cumplimos. Y así pasa con esa promesa porque no hay dinero y con otra porque no tengo tiempo y con otra porque estoy muy cansado y al final qué sucede, sencillo: dejamos de ser creíbles ¿De qué nos sirve dar sermones un día tras otros y a veces hasta amenazarlos cuando hacen algo incorrecto si al final no cumplimos nuestras promesas? Y fíjense que no hablo de que sea correcto el castigar y menos golpear a nuestros hijos. Hablo sencillamente de ser creíbles, de cumplir lo que prometemos. Pero si esta situación no te cae como traje te puedo mencionar otra. En muchas ocasiones, en esas reuniones en el centro de trabajo, esas que a veces queremos evitar a toda costa, algunos directivos se empeñan en continuar con las promesas y los discursos. Siguen hablando de proyecciones y planes que nunca se cumplen porque no hay constancia, ni disciplina y lo peor, en muchos casos, ni condiciones objetivas ni subjetivas reales para hacer. Por tanto la historia se repite y en cada nuevo encuentro volvemos a escuchar las mismas palabras solo con cifras cambiadas y la gente se mira y se aburre, solo está por estar. Sencillamente no cree. Y creo que es una realidad triste que es imperativa cambiar. El hombre a lo largo de la historia se ha movido, ha conquistado, ha logrado siempre porque ha creído en ideales, en personas, en dioses. Revivamos nuestros sueños para hacer y hagamos, no siendo crédulos sino haciéndolos creíbles que es bien distinto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseñando a Camilo I

Testigo y parte

Lo malo y lo bueno de la sobrevida