El café mañanero






Un trago de café en la mañana es lo más sabroso que hay, no caben dudas. Yo recuerdo el café de mi abuelita, por ejemplo, ella se levantaba por las mañanas encendía la leña y mientras el humo subía y el agua borboteaba mezclada con el azúcar, alistaba el empinao con su bolsa.
También evoco el polvo negro, las cucharadas con caballete y luego el olor inconfundible que llenaba la casa. Y es así que la bebida mañanera es un ritual que se remonta a varios siglos atrás, no pudo siquiera imaginar aquel pastor de ovejas que sus animalitos darían al hombre una bebida cuyos efectos más que dañinos siempre han sido un bálsamo para comenzar el día.
Todos lo conocemos, esa verdad que premia al café como la bebida estimulante y aromática tan difundida por el mundo y que además encontró su origen en las tierras de Abisinia, actual Etiopia. El nombre de su fruto, cafeto, procede de la ciudad etíope de Caffa y la leyenda atribuye su descubrimiento a un pastor local llamado Kaldi, quien observó el efecto reanimante ejercido en sus cabras tras comer unos frutos rojos de un arbusto.
Los probó y sintió más vigor y energía y ahí comenzó la historia. El médico alemán Léonard Rauwolf reseñó la bebida negra como la tinta negra que se consumía por la mañana y aliviadora de los males del estómago, claro que para el siglo dieciocho todavía no se conocían con certeza todas sus bondades y perjuicios.
En la actualidad muchas regiones lo comercializan: Brasil, Colombia, Perú Vietnam, Kenia, Costa de Marfil y hasta Hawai lo tienen como uno de los productos más exportados, vale destacar el más caro y famoso, el Blue Mountain procedente de Jamaica.
Nosotros no nos alejamos de esa verdad porque en Songo La Maya constituye uno de los renglones más importantes en la economía y resulta añadida otra verdad insoslayable el hecho de en cada hogar lo primero que hacen nuestras amas de casa al comenzar el día  es ese buchito de café mañanero, tan reconfortante y que casi nunca lleva el humo de la leña ni el empinao porque los años nos han regalado la maravillosa invención de las cafeteras, pero sabe igual de sabroso y quién puede dudarlo, si así ha sido siempre.

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