Sube que sube el papalote
Los papalotes siempre me
asombran, vuelan gracias a la fuerza del viento y a uno o varios hilos que la
mantienen desde tierra en su postura correcta de vuelo, tan ligera, tan precisa.
Las cometas, papalotes, chiringa o también conocida con otros nombres, forman
parte de un juego tradicional en el que participan los niños, pero en el que
nos insertamos los adultos para enseñarlos y disfrutar del viento y la compañía
infantil.
Pero hay que irse al
pasado para conocer sus orígenes, dicen los libros que las cometas o papalotes
nacieron en la antigua China. Se sabe que alrededor del año mil 200 antes de
Cristo ya se utilizaban como dispositivo de señalización militar, a eso
añadimos que los movimientos y los colores de las cometas constituían mensajes
que se comunicaban en la distancia entre destacamentos militares. Por otra
parte en Europa en el siglo doce los niños ya jugaban con ellas y les añadían
cuerdas para hacerlas sonar. Es importante destacar la labor desempeñada por
las cometas como equipos de medición atmosférica, incluso el político e
inventor estadounidense Benjamin Franklin utilizó una para investigar los rayos
e inventar el pararrayos. Como otro aspecto muy interesante puedo contarte que
su evolución parece haber influido directamente en la invención de los
planeadores y paracaídas, además fue la inspiración para el diseño del primer
avión operativamente técnico del mundo.
En la actualidad hay
papalotes de las más diversas formas, los más populares y fáciles de hacer son
los de forma rómbica, pues bastan un par de varillas de madera y un trozo de
tela, papel o plástico, un pedazo de curricán para volarlo y trozos de tela
para la cola. Ah y existen competencias donde se evalúan la velocidad, la
belleza y la coordinación. Por nuestro terruño los niños y sus padres ansían la
llegada del viento, noviembre y marzo son excelentes para irnos en familia, por
ejemplo al Alto de Bebé, para verlos volar y competir en franca armonía.
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