Mi soledad tiene 100 años
De pequeña siempre fui una niña sola. Rodeada de gente, de la abuela que cosía con nostalgia, del hermano que desarmaba los carritos para descubrir de qué extraña materia estaban hechos, de mi madre que tejía y destejía sus manteles, esperando un amor que nunca volvió. La esencia es que en medio de todo me arrullaba la soledad. A veces me paraba en la puerta de la casa del tío, en las perdidas lomas de Palmarito de Bueicito y contemplaba el palmar, la vista se perdía en el horizonte confundida con las lomas, era entonces cuando las tojosas comenzaban su ulular, entre dos luces, anunciando la llegada de la noche. Muy pocas cosas recuerdo de los juegos, ni de las muchachas, era la rara del aula, con mis motonetas y mis blusas blanquísimas de no jugar en el receso y nada de novios, eso era caca. La vida me puso un accidente, caí desafortunadamente de un segundo piso y mi columna lo sintió. Ya en Santiago de Cuba, madre y yo desandábamos por los pasillos, consultas y más c...