Auto de fe

 

Ya no visito a Cristo los domingos

Solo me siento a recitar palabras perdidas, me entretengo en un no pensar constante.

Mando postalitas, corazones, escribo poemas que los otros aplauden y quizás nunca lleguen a poemas verdaderos.

El cuerpo se adapta a esta nueva lumbre, a esta perdición del ser, a esta locura sin fin.

Ya no visito a Cristo los domingos, pero siento su voz quebrada en mi conciencia ¿o será en mi fe?

Todo lo observo, todo lo miro con mis grandes ojos que envejecen

Tengo una raíz, una mesilla, un amor lejano y palpable

Pero no tengo a Cristo, lo abandoné los domingos, allí se quedó solo,

También me envía corazones, postalitas y poemas,

Poemas que aplauden entendidos y jurados

Mientras yo solo escucho, la voz apagada y quieta,

Llamando sin respuesta.

 

 

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