Crónicas matanceras (I)
Matanzas
me recibió en una guagua, dormida, cansada, con frío y la verdad un poco
indispuesta, es que no me acostumbro a los viajes largos, sobre todo si son así
de difíciles. Ya sabíamos de antemano que antes de llegar a la ciudad haríamos
una parada en Varadero. Mucho se habla de ese lugar. Que si las arenas, que si
las aguas, que si los hoteles y yo puedo decirlo porque lo vi: nada se compara
a esas aguas tan azules y a la arena blanquísima de los 20 kilómetros de playa
que te comen la vista. Bajé de la guagua somnolienta y cuando respiré el mar y
abrí los ojos me di de frente con toda esa belleza que definitivamente me
enamoró. Volví dos días después, temprano y estuve toda la mañana descubriendo
cada rincón para luego hacer estas historias y compartirlas con los malos y
buenos viajeros. Caminé por Primera y puede ver lo mejor y acaso lo más
inaccesible del lugar. Los hoteles, especialmente uno llamado Cuatro Palmas,
majestuoso y que en verdad solo tiene tres ejemplares en el frente, creo que
deben repensar el nombre. Me fui al Parque Josone, luego visité los Beatlles
con un cartel de Please, don´t touch the statues, le cogí literalmente los
huevos al diablo embriagado y mucha tienda y poca alma y compra. Los precios
mejor no los digo, pero los productos de primera. Los puestos de artesanía
llenan todo el lugar, los artículos repetidos y carísimos, los tejidos
hermosos, los anillos de nácar y los que no se ven pero se venden: si la señora
desea le muestro algunos engarzados en oro y coral. Unas cervezas en un bar a
medias donde no pude sacar fotos y al fin el chapuzón. No estaba fría y de
frente al horizonte dije la oración de siempre: en la infinitud del mundo en
que vivimos hay de todo y para todos, dame Dios lo que me toca. Personalmente el
agua de mar no me gusta, la arena me molesta y caminar por la orilla me agota.
Nada de eso sucedió esta vez y agradezco a Dios nuevamente por darme la
oportunidad de conocer ese lugar al que pienso regresar cuantas veces me sea
posible, pero en calidad de hospedada porque en cuatro horas quedaron muchos
sitios por descubrir. Para los que han llegado a esta última línea sin montajes
ni recortes aquí van las fotos.
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