Atardecer con pensamientos

 

Siempre pierdo los atardeceres, me son vedados por la palabra. Y quizás por eso, mientras amanece, ya pienso en la gran muerte del día, en su finito, en la silueta del paisaje, acomodada a la sombra de una loma o una palma. 

 


Pienso también en la gente que se recoge a hacer la noche, el pan o el amor, en los bohemios trastocados en las esquinas, eternos vigilantes embriagados de alcohol y de nostalgia. Pienso en el ocaso y con esa sustancial pérdida, en las luces que despiertan a la vida.

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