Un ángel que me quiere

 

Para contar las historias de todos los días, se necesitan historias y una de ellas, inusual y hermosa, podría ser la de Ángel, niño predestinado a no nacer y sin embargo, como Sabina, luchó por su vida.

De padres disfuncionales, a Dios no le alcanzó y le otorgó un poco más. Una placenta calcificada, eclampsia, nacimiento a los ocho meses de vida y 2 libras y tantito al nacer.

Confieso que no le quería, siempre pensé que su nacimiento era equivocado y como juez supremo yo también luché por ello. Pero cuando le vi tan pequeño e indefenso, lleno de tubos en Neonatología, supe que esa pequeña cosita no tendría más amparo que el de mi madre y el mío propio.

Podría también confesar que lloré sola y en silencio mientras le contemplaba a través del cristal, mi asombro al ver como tomaba leche de una tacita y me arrepentí desde el fondo de mis pensamientos finales.

Lo que ha venido después ha sido duro. Su condición física, su inflamación en la corteza cerebral y la hiperactividad consecuentes me pierden la paciencia a veces.

Respiro profundo, camino, regreso y le encuentro sonriente y otra vez hermoso y vuelve a desarmarme cuando me dice: Tía, yo te quiero mucho ¿tú lo sabes?

Ángel viene y va, de un hogar a otro, encontrando el refugio seguro en mi cama por las tardes, donde reímos con Los aristogatos o bailando con los sentimientos bajo cero. Lo que vendrá, no estoy segura, pero un ínfimo amparo le acompañará si estoy cerca. Su tía, en verdad, también lo quiere mucho y él lo sabe.


Comentarios

  1. dejé un comentario por facebook por acá también lo dejo. Hermoso son historias tiernas y cargadas de mucho amor

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