Alejandra alejandrita

Cuando conocí a Adriana nunca pensé que la querría tanto. El primer encuentro, que por lo general, suele darnos la impresión sin segundas oportunidades, presagió mal futuro. Sin embargo, todo fluyó tan bien entre nosotras que me hizo presencia en los momentos más importantes de su vida. Estuve durante la preparación de su tesis, la acompañé en la distancia con la moneda de la suerte en su graduación, fui confidente cuando tuvo el mal pie de enamorarse de toti (eso es broma), luego fui testigo en el matrimonio donde coincidentemente mi ropa era igual a la decoración y por último me pidió que fuese la madrina de su hija. Esto último me desconcertó un poco. Primero ya tenía una ahijada, segundo no puedo ser la convencional madrina de los regalos y los paseos y se lo dije. Insistió a pesar de ello. Así Alejandra entró en mi vida, la cosita de mami, le nena de papá, la de los ojos más grandes y expresivos del mundo, la periquita, la sabichosa, la loquita, la alborotadora, la hermosa y ...