El Generalísimo Máximo Gómez en Alto Songo.

¡Qué país! Así dice Resoplez en el animado de Elpidio Valdés ¨La campaña de verano¨. Y aunque reímos a más no poder por lo que les sucede a los españoles, siempre tontos realmente creo que no tanto,  la base de la historia es verídica.
Esta estrategia fue utilizada por  Máximo Gómez quien un día como hoy pero del año 1905 falleciera en la Habana.  Fue librada durante 16 meses por parte de las tropas mambisas y por el Ejército Español comandado por Valeriano Weyler.
Se hizo para descongestionar la región occidental de tropas españolas y otra vez el Generalísimo mostró sus dotes de estratega regresando a los potreros de La Reforma.
Dicen que tomando en cuenta la ventaja en número de hombres del ejército español estableció la guerra de guerrillas. Tiene como mérito el ser la primera que conoció la historia militar y es estudiada por las academias militares en todo el orbe.
Divide sus hombres en pequeñas guerrillas, patrulla la zona, se mueve constantemente. No deja dormir a las columnas españolas, el clima, los mosquitos. Los españoles  lo persiguen en campo raso. Los buscan y no le encuentran. ¡Que país! Dice Resoplez. Y yo sonrío porque sí, pero me apena.
Cuando la muerte lo rondaba, un mes antes  en mayo de 1905,  al conmemorarse 7 años del fin de la Guerra Cubano-Hispano-norteamericana Alto Songo recibió la visita del Generalísimo Máximo Gómez Báez.
Inocencio Columbié contaba que desde que se supo de su llegada las calles eran un hervidero. Se reunieron los veteranos de la zona y los que vivían a leguas de distancia.

Su llegada fue por el ferrocarril,  desde el paradero  por donde hoy se encuentra el almacén del MINCIN.  Una larga fila de aquellos combatientes lo esperaba. A todos y a cada uno  les fue dando la mano, incluyendo frases y abrazos para aquellos que estuvieron junto a él durante la campaña bélica.

 Después, el Generalísimo se reunió con todos y les habló de su inconformidad con las pretensiones de Don Tomás Estrada Palma para reelegirse  en la presidencia de la República y las razones que tenían para ello. En horas de la tarde se marchó para Santiago de Cuba tomando el tren entre vítores y aplausos de sus compañeros de lucha.

¡Adelante mis leones hispanos! ¡No os dejéis provocar! Y Máximo Gómez enferma. Enferma de popularidad al decir de Ciro Bianchi, tantas fueron las manos estrechadas desde oriente a Occidente.

A las seis de la tarde del 17 de junio de 1905 se anunció su muerte. Fue velado con honores de presidente, sus dos banderas, los humildes como fila interminable ante su cadáver.

En su artículo Cómo murió Máximo Gómez, Ciro Bianchi termina: A las tres de la tarde del martes 20 de junio, al toque de 21 cañonazos, sale el cortejo fúnebre desde el Palacio Presidencial con destino a la Necrópolis de Colón.
Es el sepelio más grande que se haya visto en Cuba hasta ese momento. Veinte carruajes y dos largas hileras de personas se requieren para trasladar las ofrendas florales.
 Hay alteraciones del orden en Galiano y San Rafael, y en Reina y Belascoaín, porque la multitud insiste en llevar el féretro en hombros. En esos lugares, y también en el cementerio, la fuerza pública trata de controlar la muchedumbre a golpes.
Por suerte, los ánimos se calman cuando José Cruz y Juan Barrena, los cornetas de siempre del General, tocan silencio y generala, el toque que tantas veces acompañó los combates en la manigua insurrecta.
Los generales mambises Bernabé Boza, Emilio Núñez, Pedro Díaz y Javier de la Vega sacan el ataúd del carruaje que lo condujo a la Necrópolis y lo depositan en la fosa. No hubo despedida de duelo.


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